Actividad 2ª semana de lectura conjunta: Orgullo y prejuicio

Holaaaa, buenos días.

Ya estoy de vuelta por aquí. Siento mucho haber desaparecido durante unos días. El domingo tenía que haber actualizado la sección de DDCuento, pero me fue imposible, no estuve ni un minuto en casa, y el lunes me han sacado una muela del juicio, y hasta ahora no he tenido muchas ganas de nada, el dolor casi no me deja ni leer.

Hoy os traigo la actividad de la segunda semana de la lectura conjunta organizada por Judith del blog Zona excéntrica. En mi entrada anterior (IMM-5) decía que tenía ganas de dar de lado a Orgullo y prejuicio pero que le iba a dar una segunda oportunidad, y menos mal que se la he dado, porque después de la página 150 me engancho muchisimo, me costó 4 ó 5 días leer hasta la 150, pero en dos días he terminado el resto. Me ha gustado muchisimo la verdad. Menos mal que la gente me animó y seguí la lectura.

ACTIVIDAD 2º SEMANA

En la segunda semana Judith proponía escoger un fragmento y una imagen que lo represente y después de mirar la actividad de Judith me dí cuenta de que había escogido el mismo fragmento que yo iba a poner, asique he decidido que yo también lo pondr, además no es del mismo traductor.

Fragmento 1 pág 232 de la edición de Circulo de lectores

A ese punto de sus meditaciones había llegado cuando la sobresaltó el repique de la campanilla de la puerta de entrada. Halló cierto consuelo al pensar en que pudiera tratarse del coronel Fitzwilliam, que ya en alguna ocasión había ido a la rectoría al caer la tarde, y que quizá viniese ahora para hablar a solas con ella. Pronto tuvo que desechar esa idea al ver, con gran asombro, que quien entraba en la sala era el señor Darcy. Comenzó a preguntarle precipitadamente por su salud, asegurándole que venía para cerciorarse de que estaba mejor. Elisabeth le contestó con fría cortesía. Darcy se sentó en un momento, pero no pudo permanecer quieto y empezó a pasear por el cuarto. Elisabeth lo miraba sorprendida, pero sin decir palabra. Al cabo de varios minutos de silencio, se acercó a ella y le dijo con gran agitación: 

- Ha sido en vano que yo luchase. Nada he conseguido. Mis sentimientos pueden más que yo. Permítame que le diga cuánta es la admiración que me inspira y cuáno la amo.

 El asombro de Elisabeth era superior a toda expresión.

Miraba con ojos atónitos, le subía el color de la cara, dudaba de sus sentidos y no podía articular palabra. 

Darcy creyó que con esto le daba ánimos y se lanzó a confesarle los sentimiendos que desde hacía tiempo le inspiraba.

Fragmento 2 pág 439 de la edición de Circulo de lectores

 Permítame que le dé una y otra vez las gracias en nombre de mi familia por la generosa compasión que lo llevó a tomarse tanto trabajo y herir hasta tal punto su amor propio para descubrir el paradero de los fugitivos.

- Si quiere agradecérmelo, hágalo sólo en su propio nombre. No pienso negar que el deseo de hacerla a usted feliz reforzó los demás motivos que me indujeron a actuar.

Su familia no ha contraído deuda alguna conmigo. Me merece el mayor respeto, pero si le he de ser sincero, creo que sólo pensaba en usted.

Elisabeth sentía demasado embarazo para poder conseguir responder. Después de un breve silencio, su acompañante agregó:

- Tiene usted un espíritu demasiado generoso para jugar conmigo. Si continúa pensando como pensaba el pasado mes de abril, dígamelo sin rodeos. Mis afectos y mis pensamientos no han experimentado variación alguna, pero será suficiente una sola palabra suya para que no vuelva a hablar jamás del asunto.

Elisabeth calculó cuán delicada y difícil era la situación en que Darcy se había colocado y se forzó a sí misma para hablar. En el acto, aunque no fue con frase fácil, le dio a entender que desde la fecha a que él aludía sus sentimientos habían experimentado un cambio tan radical, que la obligaban a recibir con gratitud y agrado las seguridades que ahora le daba. Esta contestación llevó a Darcy al colmo de la felicidad; supo encontrar en aquella ocasión frases tan bien dichas y tan emotivas como las que se acostumbra a poner en boca de los más arrebatados amantes. Si hubiera podido mirarle cara a cara,Elisabeth habría visto cuánto ganaba su rostro con aquella expresión que la alegría íntima derramaba en sus facciones; pero aunque ella no fuera capaz de mirar, sí podía escuchar, y lo que él le decía demostraba todo lo que Elizabeth significaba para Darcy y hacía que el aprecio que aqule amor le merecía creiera por momentos.

Y hasta aquí mi actividad de esta semana!!!